Ya lo han vuelto a hacer. No paran.
Nos quitaron por la cara un pedazo de nuestra tierra con la excusa de ayudar a uno de los pretendientes al trono. Lo ejecutaron mediante treta usurpadora y después entre el francés y el inglés nos hicieron tragar el sapo del Tratado de Utrech.
Pues ni con esas están satisfechos. Utilizan unas aguas españolas como si fueran suyas, cuando lo cierto es que el Tratado es claro y meridiano al respecto: la titularidad de Gibraltar se cedió al Reino Unido "sin jurisdicción territorial alguna”. Y en estas estamos cuando de repente: ¡¡ZAS!! Accidente por colisión de dos buques en aguas españolas, pero que el inglés usa como si fueran suyas. Por eso el jefe del puerto de la colonia de Gibraltar decide que el barco dañado en aquella colisión ha de ser traslado al otro lado del peñón, a levante. Ala, así, con dos. Allí está el barco: roto y vertiendo residuos oleosos -de fuel y aceites- por toneladas a las costas españolas.
Ante esto las autoridades españolas se han limitado a un “colaborar” y “ayudar” desde una mal entendida distancia administrativa, digna de mejor causa.
Recuerdo el caso del Odissey y el robo de todo cuanto saquearon del pecio Nuestra Señora de las Mercedes. Fue gracias a una joven juez de Primera Instancia e Instrucción de la Línea que se dio orden de arresto a aquellos piratas y al barco. Que se fueron a refugiar, o qué cosas, a Gibraltar. Eso es ser valiente. Mi respeto y máxima consideración a esta magistrada.
Reconozco que he echado de menos la reacción contundente de algún funcionario de alto rango de la Dirección General de la Marina Mercante. O de SASEMAR. O de la misma capitanía Marítima, pues de los políticos no esperaba nada. Pero no ha sido así.
Y es que el Reino Unido, para hacer todo esto, se ampara en la Convención del Mar del año 1982, que otorga hasta 12 millas de mar territorial a los estados ribereños. Pero claro, se olvida el inglés de que el art. 15 dice que la disposición de ese párrafo no será aplicable cuando por la existencia de derechos históricos o por otras circunstancias especiales sea necesario delimitar el mar territorial de ambos Estados de forma diferente. Y eso es lo que pasa con la decimonónica colonia británica que existe en territorio de la Unión Europea, que además de la cesión sin jurisdicción, hay que recordar que:
-Gibraltar no es un estado ribereño, sino una colonia que figura en la lista de territorios a descolonizar de la ONU, de acuerdo con las resoluciones de la Asamblea General.
- Y que España, a la firma de la Convención, hizo una declaración respecto a las aguas en torno a Gibraltar para que no se vieran afectadas por dicha convención, manteniendo así intactas las previsiones del Tratado de Utrecht, donde como hemos dicho, no se cede jurisdicción territorial alguna a Gibraltar:
"Al ratificar la convención, España quiere dar a conocer que este acto no puede ser interpretado como el reconocimiento de los derechos o de su estatuto con respecto al espacio marítimo de Gibraltar que no están incluidos en el artículo 10 del Tratado de Utrecht de 13 de julio 1713 celebrado entre las Coronas de España y Gran Bretaña. Por otra parte, España no considera que la Resolución III de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, es aplicable a la colonia de Gibraltar, que está sujeto a un proceso de descolonización en el que sólo las resoluciones pertinentes aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas son aplicables."
Por eso no tiene sentido que Reino Unido aplique el tratado de Utrecht para legitimar su presencia en Gibraltar y no lo admita cuando se trata de justificar la territorialidad de las aguas en torno al peñón, entre otras contradicciones que siempre aplica en su beneficio.
Y lo peor de todo esto: España no actúa ejerciendo nuestra soberanía, lo que es patético. El jefe del Puerto de Gibraltar reconoce que él y su equipo son los que decidieron mover el barco hacia “la zona Este”. Es decir, el capitán del puerto de la colonia de Gibraltar y su equipo deciden trasladar el barco dentro de aguas españolas a su antojo, separándolo de su puerto y ciudad colonial para que los riesgos y daños no les ocurran allí. El marrón para los españoles. Y nuestras autoridades dejándoles hacer. Cojonudo.