Entre las víctimas, dos familiares: Mercedes Quevedo Rodríguez, de 39 años, casada con Juan Deudero Serrano (hermano de mi abuelo), y la hija de ambos, Carmen Deudero Quevedo, de 7 años de edad. Su hermanito Juan resultó gravemente herido al clavársele una estaca de la techumbre en el pecho, pero sobrevivió a la catástrofe. Cuentan las crónicas que cuando su marido intentaba rescatarla de los escombros tuvo tiempo de decir: «¡Saca a los niños, los niños!».
La situación era desoladora en la ciudad. Destacó la actuación de un oficial de la Armada, el capitán de corbeta Pascual Pery Junquera. Lideró con aplomo y gran riesgo de la propia vida la extinción del incendio provocado por la explosión, evitando una catástrofe aún mayor, pues se trataba de los almacenes de minas y parte del polvorín que no habían explosionado. Tal fue su arrojo que, estando el fuego a escaso metro y medio de las minas, tuvo la serenidad de ir comprobando que estaban muy calientes palpándolas, procediendo sin dilación a extinguir el fuego junto con un grupo de marineros que habían vuelto a su destino para ayudar y que al ver al oficial se sumaron sin dudarlo a la tarea. Consiguieron extinguir el incendio tirando escombros al fuego, una tarea extenuante. Después tuvo aún fuerzas y arrojo para dirigirse en un camión al astillero para extinguir el incendio que allí había también, junto a marineros del cañonero Calvo Sotelo, de la Comandancia de Marina y los bomberos.
Propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, no le fue concedida, pero sí la medalla naval individual. En los ochenta el Ayuntamiento de Cádiz le nombró junto al resto de marineros hijo adoptivo y predilecto de la ciudad.
Un niño de seis años fue superviviente y testigo de excepción. Era su hijo José María Pery Paredes. Tras la explosión, la oscuridad y los cristales rotos, vio cómo su padre se ponía el uniforme y salía a toda prisa hacia el muelle. También vio la llegada a casa de varios familiares heridos.
Aquel niño ingresaba doce años después en la Escuela Naval Militar, tras superar las pruebas de acceso. Le acompañaba como compañero de promoción mi padre, Antonio L. Deudero Alorda. Destacó José María Pery entre sus compañeros por su solvencia de criterio y seriedad y por su incondicional servicio a España en sus distintos destinos. Colaborador y articulista en medios especializados, una de sus últimas contribuciones fue el 8 de junio en ABC relativa a la colisión entre el buque USS Chancellorsville y el destructor Almirante Vinogradov. De raigambre familiar en la Armada, José María Pery era un «pata negra», pues sus grandes cualidades representaban a la perfección los valores más característicos de un oficial de la Armada.
Ya retirado, llamó a mi padre. Su hijo Agustín venía a Mallorca como director del periódico El Mundo de Baleares. Le pedía que estuviera atento, «por si pudiera necesitar alguna cosa». Gesto de confianza y cortesía entre compañeros de promoción.
El capitán de navío José María Pery Paredes falleció la noche del 31 de julio, acompañado de su familia. Justo el año en que se conmemora el 60 aniversario del ingreso de la promoción en la Escuela Naval y 55 años desde que recibiera el despacho de alférez de navío, lo que motiva este breve y sentido artículo. In Memoriam.
Honor y gloria a nuestros marinos de España.
Pascual Pery, el héroe de Cádiz
El 18 agosto de 1947 se produjo en Cádiz una explosión tremenda, de enorme magnitud. Desaparecieron casas enteras. 156 personas murieron esa noche.