Astilleros de Mallorca tuvo, durante toda su historia, estirpe marítima. Esa estirpe, ya difícil de encontrar, les permite ser casi autónomos, con sus talleres de carpintería, calderería y mecánica. Talleres que son llevados por artesanos cuya mayoría ha llegado al oficio como aprendiz, tradición familiar de hacer posible que los yates y buques salieran al mar bien pertrechados.
Esa fue una de las razones por las que Carlos Perdomo, chulo, déspota, culto, y sabiendo un huevo de náutica, eligió Astilleros de Mallorca para construir el Jessica, goleta de 65 metros. En esa época todavía se trazaban las cuadernas en la sala de gálibos, donde ahora se encuentra la cantina.
STP es otra historia, válida, práctica, legal, que actúa estrictamente en base a oferta y demanda, y que no atiende más que a la eficiencia empresarial y la cuenta de resultados. Al carajo con las tradiciones y el romanticismo de la náutica: la APB quiere y demanda pasta, establece limitaciones y pone pegas más basadas en mantener cortas las riendas del concesionario que en comprensibles fundamentos legales. La náutica, pese a generar más del 30% de sus ingresos, sigue siendo una molestia con la que la APB no quiere implicarse, sólo chupar lo que se pueda. En los últimos 15 años se dan de alta 500 empresas para poder trabajar en el varadero, ya que éste oficialmente sólo puede izar y botar barcos, pintar el fondo con antivegetativa, y cobrar por la estadía en tierra. Rápidamente se ocupan en la concesión todos los espacios disponibles para empresas, y otras se dan de alta con sede en los polígonos industriales, muchas respondiendo al modus operandi de «portátil y furgoneta», operadores unitarios que intentan pillar algún trabajo cotizando precios bajos gracias a no tener los gastos fijos de una empresa normal: personal, taller, oficina.
En los últimos años, el trabajo considerado bueno, el de renovaciones de envergadura, va declinando y los grandes yates vienen sólo a hacer trabajos pequeños, con excepción de los de pintura, donde Pinmar y Nautipaints mantienen su liderazgo. ¿Qué es lo que causa esto? Una desordenada oferta donde las empresas, sobre todo las pequeñas, ejercen su derecho a trabajar con métodos de mercado persa, mediante insistencia molesta ante los agentes, capitanes y primeros oficiales, condenados a comprar los elementos sin ser agentes autorizados, y con los riesgos que eso conlleva. Sólo hace falta observar la llegada de un yate grande para ver el baile del far west intentando pillar un trozo del pastel.
Cuando un trabajo de reparación se inicia, su éxito depende de la coordinación de las innumerables tareas a llevar a cabo. Un astillero bien montado puede llevar a cabo muchas de ellas, haciéndose más fácil la coordinación con otros proveedores. También pueden coordinarlos empresas de gestión de proyectos. Un varadero donde cantidad de pequeñas empresas hormigueen alrededor de un yate de gran eslora es un modelo que no funciona. Lo suyo es una instalación donde varan el yate y coordinan los trabajos a hacer por terceros. Freire, MB92, Navantia o Astilleros de Mallorca son buen ejemplo de ello en España. Amico, Voisin, CNB o Fincantieri en Francia e Italia. Por eso el final del muelle comercial no puede ser una ampliación del modelo actual de varadero.
Con la cancelación de las ocupaciones temporales por la APB, STP lo tiene crudo. Van a encontrarse con una concesión que de repente se ha encogido con las inversiones ya hechas. Una oferta desordenada de trabajo no artesano no ayudará. Habrá que coordinarla para que los grandes vuelvan, y para eso la APB debe cooperar. Hay que comenzar ya.