El próximo mes de junio vamos a cumplir 15 años. Son muchos, sin duda, pero esperamos que sean muchos más. Para no perder comba hemos estado trabajando los últimos meses en la reconstrucción de esta edición digital, adaptando por fin el diseño a tabletas y móviles, y sobre todo mejorando la lectura, la sección audiovisual y los paneles para compartir contenido en las redes sociales. Les invito a que nos visiten a diario para estar al corriente de lo que ocurre en el mundo de la náutica, tanto a nivel global como local, y a que nos hagan partícipes de sus sugerencias. Las buenas ideas siempre son bienvenidas.
El eslogan “gente de mar” (fusilado hace unos años para un programa de la televisión pública balear), al pie de nuestras cabeceras impresas y de Internet desde el primer día, resume nuestra vocación periodística y editorial. El inicio de este decimoquinto año de existencia es un buen momento para reafirmar este compromiso con los lectores y recordar que todo este tiempo hemos estado aquí para defender los intereses del sector náutico y de los navegantes, lo que en ocasiones nos ha llevado a ser un medio incómodo para las diferentes administraciones con competencias en los asuntos del mar, históricamente acostumbradas a hacer y deshacer a su antojo, cuando no en beneficio de intereses muy concretos.
El conjunto de estas informaciones han conformado lo que para nosotros es “la noticia de 2016”, pero aún no hemos visto que tenga consecuenciasNo voy a recordar en estas pocas líneas el bagaje histórico de Gaceta Náutica –no descartamos recopilar los momentos estelares de estos tres últimos lustros en una publicación especial–, pero sí me da el espacio para hacer balance de lo que nos ha traído 2016, el año en que hemos logrado demostrar, entre otras cosas, que el grueso de la contaminación marina no tiene nada que ver con los navegantes de recreo, sino con la pésima gestión que el Gobierno autonómico y el Ayuntamiento de Palma hacen de las aguas residuales. Todo empezó con la portada de febrero que acompaña estas líneas, siguió con las imágenes recogidas por GN de la desembocadura del emisario submarino de Ciudad Jardín y ha concluido con el hallazgo, a cargo también de esta publicación, de bacterias submarinas en el mismo punto.
El conjunto de estas informaciones han conformado lo que para nosotros es “la noticia de 2016”, pero aún no hemos visto que tenga consecuencias. No hay fecha ni dinero para una nueva depuradora, ni la Fiscalía de Medio Ambiente ha movido ficha, que se sepa. Tendremos, por tanto, que seguir exprimiendo este asunto y otros que ya forman parte del la rueda de la información náutica y que, como el anterior, nunca terminan de resolverse. Hablo, por supuesto, de la privatización del mar mediante campos de fondeo, de los intereses ocultos tras ciertos “ecologismos”, de la falta de un criterio común a la hora de renovar las concesiones portuarias, de la insensibilidad administrativa ante la labor de los clubes, de la corrupción y de las dificultades cada vez mayores de las economías modestas para acceder a la náutica. Todo ello sin olvidar nunca a nuestros deportistas baleares, que este año pasado han competido a un gran nivel.
Sigan ahí, en 2017 seguiremos dando guerra.