Hace unos días fui invitado a un acto organizado por Ports de les Illes Balears y el Diario de Mallorca, que llevaba por título “La innovación, motor del cambio en los puertos de Baleares”.
Me llamaron la atención dos cosas. Primero, que no estuvieran invitados a participar los representantes de instalaciones náuticas, los clubs y las marinas. No hay duda que han dado pruebas más que suficientes de su implicación en temas de innovación y sostenibilidad, falta saber si encajaban en la idea que tenían los organizadores del acto. En segundo lugar, hay que reconocer que tanto los ponentes como los participantes en la posterior mesa redonda eran personas relevantes en el tema que se trataba y, personalmente, opino que el acto no contó con el aforo que se merecía.
Respecto al contenido, permítanme que les trasmita las conclusiones que saqué. Hubo dos focos que centraron las intervenciones por parte de los representantes de la Administración y de los organismos oficiales: la imperiosa necesidad de interrelación de empresas, entre sí y con la Administración, y la necesidad de atraer el emprendimiento de la sociedad civil para que aporten la semilla de innovación y el impulso necesario para esta “revolución”, que no evolución según los entendidos, que es necesario hacer y que la Administración por sí sola no es capaz de llevar a cabo.
Un inciso respecto al contenido fue un comentario por parte de la vicepresidenta del Balearic Marine Cluster, Isabel Teruel, que apuntó que la Administración pide cambios y acciones a los titulares de concesiones en materia de innovación y sostenibilidad, pero que tales aspectos no están recogidos en ningún título concesional. Si bien ha venido a posteriori, este nuevo elemento tiene una importancia muy relevante.
Soy de la opinión que estos titulares concesionales tendrían que sentarse con el Govern para que, de la misma manera que se modifica el canon al alza cuando, por ejemplo, se alarga la concesión, al exigir unas inversiones no previstas se pueda solicitar una revisión a la baja, en función de las inversiones y las posibilidades de cada instalación. Un servidor, de viva voz y por escrito, hace tiempo ya sugerí a PortsIB la conveniencia de tener en cuenta las inversiones medioambientales que lleven a cabo las instalaciones náuticas.
No hay duda que tenemos la inmensa fortuna de vivir en un país, España, que derrocha talento, emprendimiento y ganas pero, desde arriba, han construido un laberinto normativo que si para la misma administración representa un auténtico “Everest” en el momento de emprender alguna acción, no hablemos para el ciudadano de a pie, que cuando trata de hacer algo, se asemeja más a un “rattus” enganchado a una trampa adhesiva que a un ser vivo interactuando en una sociedad con un mínimo de sentido común.
El poder da alas para cualquier cosa y el papel lo aguanta todo. He aquí decretos, normativas o leyes que, en muchas ocasiones, son el resultado de ambiciones y/o creencias personales, delirios medioambientales y afán de ser pioneros. Con el agravante de desoír lo que aconsejan organismos técnicos que todos pagamos y que provocan el desencanto y el distanciamiento de la ciudadanía con respecto a la Administración.
Me gustaría comentar también la curiosa observación que me hizo uno de los participantes al final del acto y que es algo suele ocurrir en muchas ocasiones: la “mala impresión” que provoca que los representantes de la administración pública abandonen el acto una vez que ellos han intervenido. Es una muestra de desinterés y una falta de respeto hacia el resto de ponentes, normalmente representantes de la ciudadanía que aportan su visión experta y experiencia en el tema.
Este endiosamiento normativo lleva a que la ciudadanía se distancie cada día más de su administración y actos como éste, en el que la administración busca innovación e ideas en la sociedad civil, son el fiel reflejo de que la administración se da cuenta de que por sí sola no es capaz frente a los retos de futuro. La pregunta que me hago es ¿será tarde para que despierte la administración?