Lo malo de que un sector determinado se encuentre bajo la competencia política de un partido minoritario y radicalizado es que no hay posibilidad de entendimiento. Las formaciones pequeñas (qué les voy a contar que ustedes no sepan) buscan fidelizar a sus contados afines y utilizan el poder que les confiere participar de un gobierno de coalición para agradar exclusivamente a su hinchada. Nada más.
Eso es lo que ha ocurrido las últimas dos legislaturas en Baleares, desde que se decidió que la cartera de Medio Ambiente –una de las que más influencia tiene sobre los asuntos del mar– recayera en manos de MÉS per Mallorca, partido cuyos dirigentes no se han ni siquiera molestado en disimular su aversión por los puertos deportivos, los clubes náuticos, la industria naval y los navegantes en general.
Nunca en los 20 años de existencia de esta publicación se habían propuesto tantas prohibiciones contra la actividad náutica bajo falsos pretextos medioambientales. El ejemplo más elocuente ha sido la permanente criminalización de los usuarios del mar a cuenta de la necesaria protección de la posidonia frente a la multitud de evidencias (empezando por los resultados de las sucesivas campañas de vigilancia) que demuestran la ridícula incidencia del fondeo en comparación con los vertidos de aguas residuales.
El mes pasado les contamos que Medio Ambiente es partidario de construir un enorme emisario cuya tubería en la Bahía de Alcudia desembocará, si nadie lo remedia, en una zona donde está expresamente prohibido largar el ancla. Este caso define probablemente mejor que ningun otro el doble rasero del Govern y la incapacidad de las asociaciones ecologistas de las Islas (próximas todas ellas a MÉS) a reconocer el trato injusto que se ha venido dispensando durante los últimos cuatro años a la inmensa mayoría de navegantes que hacen un uso responsable del mar, poniendo únicamente el foco en casos anecdóticos o directamente falsos, como la vez en que se quiso hacer creer a la opinión pública –y seguramente se consiguió– que un vertido de fecales había sido provocado por un barco.
En este contexto, era sólo cuestión de tiempo (ha tardado mucho) que el sector se uniera en torno a una entidad cuyo objetivo es hacer frente a esta campaña de desprestigio liderada por una facción minoritaria del electorado, pero que –no se debe ignorar– ha terminado socavando la imagen de las empresas y aficionados a la náutica recreativa.
La FanMed nace con la forma jurídica de una federación de asociaciones y con el aval de estar presidida por una de las personas que más han hecho por defender los derechos de los usuarios del mar. Biel Dols es una persona cabal y dialogante que ha sido, de entrada, capaz de convencer a los navegantes, clubes náuticos, puertos deportivos, empresas y pescadores de la necesidad de aunar esfuerzos y tener una sola voz ante la administracion en todo cuanto atañe al medio ambiente.
Harán bien los partidos políticos que concurren a las elecciones del próximo mes de mayo en apuntar estas nuevas siglas y en tomar nota de las inquietudes de un amplísimo colectivo que no debe ser ignorado en las políticas de protección y defensa del medio marino. Los navegantes son aliados en esa tarea, no los demonios que nos ha pintado estos años la Conselleria de Medio Ambiente.