«D. Carlos Segundo deste nombre mandó expedir para la fundacion del Colegio y Seminario que mandó hazer para la educacion de niños en la Ciudad de Sevilla, para la enseñanza, y erudicion de ellos en la Arte Maritima, la Artilleria, y reglas de Marineria...» Copia de las cedulas reales que Su Magestad mandó expedir para la fundación del Colegio y Seminario ...
Siempre que se habla en alguna conversación sobre los marinos, la mayor parte de las veces se asocia a este colectivo con la rudeza, la incultura, el analfabetismo, la transmisión de enfermedades venéreas y toda una serie de estereotipos que se alejan bastante de la realidad. La dureza del medio en el que se desarrolla su actividad, y que se refleja en los propios navegantes, lleva a confusión a muchas de las personas que desconocen su mundo. De lo contrario ¿cómo explicar el éxito en la construcción de los buques y su navegación por los océanos? Sobre todo en épocas en las que los adelantos tecnológicos no tenían punto de comparación con los actuales.
Ya en el siglo XIII, tras la conquista de Sevilla, el rey Fernando III crea un Barrio de Mar y, dentro de este barrio, una Hermandad, Cofradía o Colegio de Cómitres, encargados de capitanear las naves, principalmente galeras: son los “caudillos de mar”. Se les otorgan una serie de derechos: se les considera caballeros, pueden comerciar libremente y disponer de carpinteros, herreros y artesanos para la construcción de los barcos, de barberos (cirujanos) para la higiene de sus tripulaciones; están exentos de servir militarmente en tierra, pero sí han de prestar servicio en la mar con sus naves. Para llegar a ser cómitres han de pasar los exámenes de los «peritos de las cosas de la mar». Los conocimientos se aglutinan en la Cofradía, donde se imparten a quienes en ella son acogidos. Con el tiempo, la figura del cómitre va perdiendo importancia en favor de los patrones, pilotos y capitanes, pero los conocimientos siguen divulgándose en el Colegio.
La estratégica situación de la ciudad de Sevilla hace que esta se convierta en el centro neurálgico del desarrollo de las Carreras de Indias y del Pacífico, y en una de las ciudades más importantes de la época. Se crea la Hermandad de la Cofradía de Nuestra Señora del Buen Aire, que acoge a armadores de las naos, pilotos, carpinteros de ribera, maestres, herreros... dando paso a la creación de talleres de construcción de barcos en las Atarazanas, a semejanza de los astilleros vizcaínos y divulgando conocimientos entre los cofrades.
No se sabe a ciencia cierta si esta Cofradía está ligada a la de Cómitres, pero lo que sí es cierto es que, a la postre, se crea la Universidad de Mareantes, donde se aglutinan varias Cofradías y cuyo objetivo principal es la supervisión en la construcción de los buques y la formación de quienes deben construirlos y tripularlos. Sin llegar a ser tan conocida como la Casa de Contratación, la Universidad de Mareantes, originalmente ubicada en el barrio de Triana, es una pieza fundamental en las Carreras de Indias y del Pacífico.
Los capitanes, pilotos y maestres son el alma de la Universidad de Mareantes, que también acoge a contramaestres, marineros y grumetes, asistiendo caritativamente a aquellos que lo necesitan. Su punto culminante se produce cuando, a pesar de que el peso de la Carrera de Indias se va trasladando a Cádiz, a finales del siglo XVII, la Universidad de Mareantes se ubica en el Colegio Seminario de San Telmo, convirtiéndose en un centro formativo que ofrece a muchachos huérfanos o desfavorecidos la formación necesaria en las artes de la marinería, el pilotaje y demás oficios relacionados con la mar.
Se admitían ciento cincuenta alumnos al año, impartiéndose conocimientos teóricos de matemáticas, francés, inglés, cartas náuticas y cosmografía, entre otras, debiendo abandonar la Universidad aquel que no superase las pruebas. Los más aventajados obtenían plaza de piloto mercante o de la Armada.
«...Que los muchachos que se criaren en este Seminario...ocupen las dos tercias partes de las plazas de pages, de todos los Navíos de Guerra que van a las Indias...» Copia de las cedulas reales que Su Magestad.