
Más de 50 puntos siguen emitiendo aguas sin filtrar y basura al mar en Baleares. Fotografía: Adobe Stock
Neus Truyol es la cabeza de lista para el Ajuntament de Palma de la coalición econacionalista Més per Mallorca. Este domingo todos los habitantes de la ciudad inscritos en el censo electoral tendrán la oportunidad de depositar una papeleta con su nombre en primer lugar en la urna, o de no hacerlo.
La que hasta este momento sigue siendo regidora de Urbanismo y antigua presidenta de Emaya se ha mostrado feliz estos días en los medios tras conocer el archivo del Caso Vertidos, que investigaba los vertidos de aguas residuales en la Bahía de Palma que han masacrado durante décadas cientos de hectáreas de posidonia, esa fanerógama marina de cuyos males acusan los políticos a los navegantes.
Neus sale indemne, feliz y afirma que ellos han sido los primeros en informar y cerrar playas por los vertidos. ¿Dónde vamos a llegar?
En el mundillo de la náutica se sabía de antemano cuál sería la resolución judicial. Todos los partidos han pasado por la gestión de Emaya y si se hubiese condenado a Neus Truyol, por la misma regla de tres, se tendría que condenar a medio Parlament.
Ahora que estamos en plena campaña me sorprende que ningún partido político añada a esa barata lista de intenciones que son los programas electorales la propuesta de dedicar una pequeña parte del presupuesto a tener unas depuradoras decentes.
Otra vez había olvidado que las multas por los daños a la posidonia son para los malintencionados navegantes mientras que se van de rositas los que han matado 500 hectáreas solo en la Bahía de Palma, desconociendo los daños originados en otras zonas de Baleares también afectadas por la deficiente depuración de aguas residuales y su vertido al mar a través de emisarios.
Los vertidos sin depurar ni filtrar, no solo sacan heces y orines humanos entre otros desechos en Palma, sino que siguen a la orden del día en más de 50 puntos diferentes a lo largo de nuestras costas. Todos estos emisarios, se pongan a la profundidad que se pongan, hacen que tanto residentes como esos odiados turistas que traen la riqueza a Baleares, se encuentren a menudo en nuestras aguas con una variada ‘fauna’ de la Pandilla Basura compuesta por toallitas húmedas, restos de papel higiénico, bastoncillos de los oídos, colillas de cigarros, compresas, tampones…
Hablaremos de un mar balear digno de proteger cuando se dejen de emitir residuos al mar y tras haber limpiado todo lo que se ha acumulado durante años. Cuando llegue ese lejano momento sí se podrá hablar de crear la reserva marina más grande del Mediterráneo: las Islas Baleares al completo, con una regulación específica y con el fin verdadero de proteger el mar y sus especies.
¿Cómo sería posible tal utopía? Pues con ambición y estudios respaldados científicamente que sirvan para gestionar y regular, sin que sea necesario prohibir ningún arte de pesca. Deberían ser unas reservas marinas de verdad protegidas hasta las 12 millas de la pesca industrial y de arrastre, en las que hubiera hueco tanto para uso del profesional como del recreativo, sea de caña, o de pesca submarina y, lo más importante, con tallas mínimas y máximas por especie para todas las modalidades de pesca. Para TODAS.
No es necesario precisar que hay que perseguir y acabar con la pesca furtiva sea del tipo que sea. La regulación de la pesca, el control y las sanciones a los que no cumplen corren a cargo de quien gobierna. Ellos son los responsables de la vigilancia y del control. Aumenten sus medios, pero no es justificable que su falta de eficacia derive en recriminación y culpabilización generalista hacia cualquier tipo de pesca o buceo recreativo.
Si de verdad queremos un cambio, habrá que hacer una apuesta firme y convencida y no seguir como hasta ahora, subvencionando reservas de interés pesquero hasta que sean inspeccionadas con ecuanimidad y se compruebe cuáles son sus verdaderos resultados.
Queda muy poco para las elecciones.