
Imagen del enorme motor del barco que naufragó hace casi medio siglo. Fotografía: Joan Morro / Lluis Ameller
El pecio del Francina ha sido la última excursión subacuática del club de buceo del CN Ciutadella. Los restos del barco están a poca profundidad, unos 12 metros, en la zona situada entre Cala Morell y Punta Nati, en es Racó de sa Cova. El Francina se hundió el 3 de febrero de 1974 y tan solo 4 de los 14 miembros de la tripulación lograron salvar la vida.
El barco, con bandera de Liberia, había partido el día anterior de Marsella, en Francia, en ruta hacia la costa argelina. Transportaba naranjas, hierro, fulminantes para explosivos y productos químicos. Estos últimos estaban estibados en la proa del buque y como consecuencia del mal tiempo, con vientos de fuerza 10 y grandes olas, se registró una explosión en cadena a bordo que provocó el incendio de la nave.
El mal tiempo imposibilitó un rescate, que habría podido tener un desenlace aún peor. Los vecinos de la zona contemplaban impotentes los intentos de los marineros por salvar su vida sin poder hacer nada debido al temporal. La tripulación llegó a botar dos botes salvavidas inflables, pero se fueron a pique tras pincharse contra las rocas y sus ocupantes quedaron a merced de las olas.
En el pecio con los restos del naufragio pueden verse todavía a día de hoy, el motor, las cadenas, tres anclas y restos de chatarra. "Es una inmersión a poco fondo que puede hacer cualquier submarinista", según explica Guiem Camps, vocal de submarinismo de la junta directiva del Club Náutico Ciutadella.