Décadas llevan las empresas del sector náutico clamando por la necesidad de profesionales preparados para desarrollar los trabajos especializados en reparación y mantenimiento de embarcaciones que exige un sector que ha sido calificado de estratégico en la economía de Baleares.
La puesta en marcha el pasado mes de noviembre, tras siete años de espera, del CIFP L’Embat en el Polígono de Son Castelló de Palma significará con toda seguridad un antes y un después para el futuro de la formación náutica en Baleares y puede dar por fin respuesta a esa constante reclamación que ahora parece haber encontrado solución.
El Govern balear ha invertido ocho millones de euros en este nuevo centro formativo que cuenta con unas modernas y bien equipadas instalaciones que ocupan una superficie de 4.500 m2. Aparte de las amplias aulas que permitirán acoger clases para más de 300 alumnos cada curso, probablemente la joya de la corona sea el gran hangar de talleres que permitirá a los futuros profesionales realizar prácticas durante su formación en preparación de madera y fibra, mecánica de motores, velas, refrigeración, electricidad y electrónica, además de una cabina de pintura para embarcaciones de hasta 8 metros de eslora.
L’Embat imparte ciclos de formación profesional básica y de grado medio de mantenimiento de embarcaciones recreativas pero su objetivo es abarcar todo el espectro de profesionales y certificaciones que necesita el sector. De esta manera, también ofrecerá certificados de profesionalidad (la primera convocatoria se abre este mes de marzo).
El jefe de estudios adjunto, Miquel Gayà, concreta: «Los alumnos se distribuyen en dos turnos: los de mañana entran a las 8 y cuarto y salen a las tres y diez los de tarde entran a las 3 y 20 y acaban a las 9 o las 10 de la noche. Los de FP Básica vendrían a ser los antiguos aprendices que pueden terminar el curso y ponerse a trabajar o seguir estudiando el grado medio que puede ser presencial o intensivo. En este último caso, estudian seis meses en el centro y luego comienzan a trabajar con prácticas remuneradas».
Cursos de especialización
El centro prevé también desarrollar cursos de especialización en diferentes disciplinas intentando así satisfacer las carencias que le transmita el sector para poner a pleno rendimiento esa cadena de distribución entre formación y ocupación que hasta ahora había fallado y se había convertido en un lastre para el desarrollo de la náutica en nuestra comunidad. Según explica Toni Amengual, jefe de estudios: «Tenemos una relación directa con las empresas para hacer prácticas y para detectar las necesidades que ellos tienen en el día a día, como ha ocurrido con el aula tecnológica que estamos implantando para formar a los alumnos en un sistema domótico que fue una petición expresa de algunas empresas».
El equipo directivo del CIFP L’Embat también está buscando desde el principio sinergias con instituciones y agrupaciones que puedan aportar su granito de arena al centro, según nos cuenta su director, Miquel Mestre. Es el caso de PortsIB, que ha cedido embarcaciones y motores de segunda mano para que puedan trabajar con ellos los alumnos, así como el Consell de Mallorca, que ha aportado una antigua embarcación de madera del Taller de Mestres d’Aixa, o la Federació Balear de Piragüisme, que ya cuenta en el hangar del centro con dos piraguas dispuestas para la reparación.
Ahora, tras la puesta en marcha que tanto ha costado conseguir, 90 alumnos han estrenado unas instalaciones de primer nivel que valoran todavía más al proceder de la precariedad del cuartel de bomberos del mismo polígono en el que daban clase hasta hace poco.
No ha sido un camino de rosas la puesta en marcha del CIFP L’Embat. El Govern de Francina Armengol anunció el proyecto en 2017 y entonces se aseguró que estaría en marcha al año siguiente. Evidentemente no fue así y los retrasos se fueron sucediendo mientras el malestar entre alumnos y profesores iba en aumento. El conseller de Empresa, Ocupación y Energía, Alejandro Sáenz de San Pedro explica: «Cuando llegué a la Conselleria me encontré un proyecto al ralentí, en programa formativo, en obras y en despreocupación por parte de la Administración. Fue la primera visita de obra que hice. Los trabajos llevaban un ritmo muy lento y no tenía ningún sentido que el proyecto estuviera parado, así que le imprimimos dinamismo con la prioridad de abrirlo cuanto antes».
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