
Boquete provocado en el Baiana por uno de los patines del catamarán turístico.
Viernes, 18 de agosto, aproximadamente 15.00 horas.
El yate “Baiana”, actuando como barco del Comité de Regatas de la XXVIII Illes Balears Classics, se encuentra correctamente fondeado en un punto de la Bahía de Palma, aproximadamente una milla al SSE de la Catedral, dando la llegada de la primera prueba de dicha regata.
De pronto, la tripulación advierte que, todavía a una cierta distancia, un gran catamarán a vela y no se sabe si también a motor, pintado de colores y con una festiva multitud bordo, se dirige a rumbo directo hacia el “Baiana”. Los tripulantes piensan que el catamarán alterará su rumbo para evitarlos, pero empiezan a inquietarse cuando pasa el tiempo, el catamarán sigue a rumbo y velocidad constante y aproando directamente hacia el costado de babor del barco fondeado y, por tanto, sin capacidad de maniobra o siendo ésta muy restringida.
Se empiezan a hacer repetidas señales fónicas y toda clase de aspavientos para llamar su atención, pero sin resultado. Nadie a bordo del catamarán se da por enterado y, por fin, el que ya podemos llamar “catamarán kamikaze”, sin disminuir su velocidad (ocho a diez nudos) y a los sones de una banda musical a todo volumen, aborda por el costado de babor al “Baiana”, causándole una profunda y larga “herida” en su casco. Afortunadamente, los tripulantes se han hecho firmes donde han podido y no sufren daños.
El “Baiana” leva rápidamente, iza velas y se dirige a puerto para ser varado. El viento, por suerte, le entra por la banda de babor, con lo que el barco se escora a la otra banda, disminuyendo así la posible entrada de agua por la brecha producida en el casco.
Hasta aquí la narración de los hechos.
Como hemos dicho, no se registraron daños personales, pero podrían haberse producido y muy importantes, tanto en el “Baiana” como en el barco “agresor”, cargado hasta los topes de pasajeros, cuyos conocimientos náuticos se desconocen, aunque se presuponen más bien escasos.
Los daños materiales fueron importantes, tanto por la reparación que se hace necesaria en el barco abordado como por el tiempo en que no va a estar operativo. En ese tema, los armadores y los seguros correspondientes tomarán, sin duda, las acciones que correspondan.
Desde el punto de vista del Reglamento Internacional para Prevenir Abordajes en la Mar la responsabilidad del catamarán es insoslayable, pero, más allá de ello, el suceso debería obligar a analizar cuidadosamente lo ocurrido, especialmente cuando parece ser que incidentes parecidos (aunque quizás no tan graves) se han producido anteriormente en la Bahía.
Por ello, entendemos que habría que analizar seriamente si debe permitirse en una zona de tanto tráfico de todo tipo, como es la Bahía de Palma, la navegación (muchas veces incluso nocturna) de embarcaciones que llevan a bordo grupos numerosos de gente sin ninguna o escasa experiencia, cuyo único objetivo es extender a la mar el ambiente discotequero y de copas de los bares y locales de diversión de tierra.
Es posible que tengan todos sus papeles en regla y que cumplan con la letra de la reglamentación existente y por el momento aplicable en cuanto a número de pasajeros, navegación y seguridad, pero, como demuestra el incidente relatado, sucedido a plena luz del día, la actividad que se realiza a bordo no parece ser la más adecuada para una navegación responsable.
La experiencia acaba de demostrar que, además de para los pasajeros de tales embarcaciones, el peligro es manifiesto para cualquiera que se encuentre en sus proximidades.
La mar debe ser un espacio de libertad, pero hasta eso tiene sus límites.
A partir de ahora, los navegantes de la bahía de Palma harán bien en dedicar una atención especial a la aparición en sus proximidades de alguno de estos catamaranes kamikaze