"Nuestras administraciones no pueden estar siempre a merced de la opinión de un grupo personas que sujetan una pancarta reivindicativa".
Muchos de ustedes, señores lectores, conocen la inconveniencia que supondría que a bordo, frente a una situación adversa -por fallo mecánico, por malas condiciones metereológicas…- tuviéramos embarcadas tantas opiniones como pasajeros y en lugar de prevalecer la del patrón, una vez oídas las voces que pudieran estar autorizadas para emitir opinión, entráramos a discernir entre todos si seguir, virar o variar 180 grados el rumbo.
Pues algo similar ocurre a bordo del barco de nuestro Govern. El último ejemplo es el Plan General de Ports de les Illes Balears. Podríamos citar otros, como el asunto de la restauración de la dársena de Portocolom, pero nos centraremos en este Plan para no extendernos. Desde el principio, y con buen talante, durante la gestación del mismo, el Govern balear organizó reuniones para buscar el punto más equidistante de todas las distintas sensibilidades a las que influía dicho Plan, y también a las que no influía pero que el temor de nuestros políticos torna en partícipes de cualquier tema.
Entre otras cosas, se solicitó por parte de la administración un estudio de carga de nuestro litoral, pero como el resultado no fue el que se deseaba desde la sombra solicitante, se ha arremetido contra dicho Plan, intentando provocar su naufragio definitivo.
No cabe duda que hay muchos aspectos mejorables -un servidor, sin ir más lejos, ya los ponía de manifiesto en el último artículo que publiqué en este mismo medio-. Pero lo que es merecedor de una reflexión es que el Govern, en lugar de regirse por criterios técnicos o de interés mayoritario, de encabezar proyectos claros y necesarios para la ciudadanía, los trabajadores o las empresas, opte por ser la cola del monstruo de los salvadores de nuestra tierra, de los poseedores de la verdad absoluta.
Nuestras administraciones no pueden estar a merced de la opinión de seis personas que sujetan una pancarta reivindicativa. En el caso que nos ocupa, si calculamos el tiempo y el capital invertido en dicho Plan, no cabe en lógica que ahora se vea en esta situación. De todos es sabido que detrás de estas minorías están los votos que sustentan el Consolat de Mar, pero tal vez esta dinámica no sea la más adecuada, ni la representativa de la mayoría de ciudadanos de nuestra comunidad.
Señores lectores, no se dejen engañar. Sin duda, todo aquel que trabaja es susceptible de errar, y rectificar es de sabios, pero que no les confundan con la cantinela de “dar voz al pueblo, escuchar a la ciudadanía, bla, bla, bla”. El Govern sólo escucha a los que les interesa, sólo tienen orejas para las voces de sus votos, y si no, miren lo que está sucediendo con todo el tema de la posidonia: todo un sector náutico reclamando sentido común, un informe de SEPRONA reforzando sus argumentos, una sentencia judicial en la que un juez pone negro sobre blanco la mutilación normativa del Govern en su Decreto para la conservación de la posidonia, y no pasa absolutamente nada. Por favor, no se dejen engañar, el Govern no rectifica para enmendar errores, si no para intentar no perder la silla. Tan sencillo y claro como esto.
Parece que no vamos al mejor rumbo, y todo porque “donde hay patrón, manda marinero”.