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Los atunes en descomposición han dejado este año de ser un problema para la flota de arrastre.
Podría calificarse de auténtico misterio. Este año no ha habido ni un solo caso de atunes podridos en las redes de los arrastreros baleares. Sin embargo, el año pasado, la campaña de cerco de atún, que duró apenas dos semanas, dejó más de seis meses de pérdidas en la flota de arrastre balear en multitud de incidentes cuando sus artes quedaban destrozadas al enredarse los cuerpos de decenas de cadáveres podridos de atunes que yacían en el fondo. Cada uno de esos encuentros suponía unas pérdidas de unos 2.600 euros entre roturas, capturas desechadas y la pérdida de la jornada.
Podría calificarse de auténtico misterio, pero probablemente este extraño caso tiene una sencilla solución. La tecnología de última generación de los cerqueros de atún detectó al inicio de campaña que, en esta ocasión, los grandes cardúmenes estaban localizados al oeste de la isla de Ibiza. Allí se desplazaron, allí desplegaron sus cercos y allí, ni se sabe ni se sabrá si volvió a haber descartes porque la profundidad en la zona es mucho mayor que la de la zona en la que faenan los barcos de arrastre.
El propio portavoz de los pescadores en Baleares, el presidente de la Federació Balear de Confraries de Pescadors, Domingo Bonnín, lo califica en una entrevista en GN Podcast de auténtico «milagro»: «La gran mancha que encontraron los cerqueros que estaba entre Ibiza y Mallorca como otros años, no les gustó, y encontraron una todavía más apetecible que estaba entre la Península e Ibiza, y esa fue la que calaron».
Según explicaron los pescadores ibicencos a Bonnín, el traspaso de los atunes de la red de cerco a las jaulas, se realizó cuando estaban a 1.000 metros de profundidad. Según precisa el presidente de los pescadores baleares la gamba se pesca a un máximo de 800 metros, por lo que en esta ocasión es normal que no se hayan repetido las desagradables sorpresas con la recogida de cadáveres de peces en descomposición que se repitieron con asiduidad el año pasado.
Los cadáveres de atunes comenzaron a dar problemas el año pasado en cuanto terminó el trabajo de los cerqueros en mayo y los incidentes se prolongaron incluso hasta el mes de enero de este año. Ese mes el patrón del Joven Daniel Segundo, José Lorente, contaba a Gaceta Náutica como cuando navegaba a unas 17 millas al sur de Cala Figuera había subido a bordo los cuerpos de casi treinta atunes en descomposición. El indeseado encuentro dio al traste con el trabajo de la jornada, pues aparte de romper las redes, las capturas quedan igual de corrompidas que los propios atunes. Lorente explicaba que en los últimos meses había sufrido el mismo problema en seis ocasiones diferentes.
El actual director general de Pesca del Govern balear, Antoni Maria Grau, también se ha referido al tema comentando con ironía que en este caso pasaba lo que todo el mundo decía que era imposible que pasara: «Enviamos un escrito con fotos a la Secretaría General de Pesca. Nos aseguraron que era imposible porque había inspectores en cada barco, pero el caso es que este año no ha vuelto a ocurrir. Algo habrá pasado».
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