El desalojo del Club Náutico de ibiza, último ejemplo del riesgo que corre la supervivencia de la náutica social en Baleares.
Los navegantes, los usuarios tradicionales del mar, se ven cada vez más arrinconados en el medio del que han disfrutado durante siglos y en serio peligro de expulsión. La noticia publicada ayer por Gaceta Náutica sobre los precios de los amarres en la nueva concesión del espacio que hasta ahora ocupaba el Club Náutico de Ibiza precisaba que las tarifas llegan a triplicarse para cualquier barco que supere, aunque sea por centímetros, los ocho metros de eslora, ha exaltado a la Asociación de Navegantes ADN Mediterráneo, una de las principales voces de la náutica social en Baleares.
Su presidente, Alfredo Fuster, considera que la gentrificación portuaria es un tema “gravísimo” y argumenta que con unos precios de amarres multiplicados por tres “todo lo que no sean megayates acabará por desaparecer”. “No habrá sitio para las embarcaciones de náutica social ¿Qué vamos a hacer con los barcos de pequeños usuarios? Somos españoles y mallorquines. Una isla y un pueblo de mar con una gran tradición histórica de siglos de navegantes que hay que defender a capa y espada. No se puede tolerar”, asevera.
En opinión del presidente de ADN Mediterráneo “hay que renovar automáticamente las concesiones a los clubes náuticos sin ánimo de lucro para que la gente pueda disfrutar del mar. La náutica es para todos, no para unas pocas grandes esloras. La náutica es para el que tiene un llaüt, un barco a vela o una pequeña barca que además apenas contaminan”.
Alfredo Fuster considera lamentable la situación por la que ha sido desalojado recientemente el Club Náutico de Ibiza y corre grave peligro la continuidad del Real Club Náutico de Palma, después de tantos años de historia. “Si el sistema se reduce a sacar a licitación pública el espacio que ocupan los clubes náuticos y otorgarle la concesión al que ponga más dinero sobre la mesa, al final siempre se lo quedará la gran empresa X”.
El representante de los navegantes en Baleares afirma que la sociedad, muy concienciada en otros ámbitos, parece tener en este caso un velo ante los ojos y exhorta a pasar a la acción: “Hay que presionar a través de los medios porque eso es lo único que escuchan los políticos. La gente de Madrid no sabe lo que es babor y estribor de un barco. Tienen que escuchar nuestra voz para que estas concesiones de náutica auténticamente social se prorroguen indefinidamente”.
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