Savannah: la historia del primer mercante atómico

Este buque estadounidense fue botado en 1962 como fruto del programa Átomos para la paz del presidente Eisenhower

El NS Savannah, en el puerto de Carolina del Sur. Fotografía: James P. Delgado / Wikimedia Commons

La propulsión nuclear vuelve a valorarse como fuente de energía alternativa en el futuro del tráfico de grandes buques mercantes. Sin embargo, esta idea que ahora nos puede parecer extraña y peligrosa ya se había llevado a la práctica hace más de seis décadas. Hubo una época en la que se soñó con que la energía nuclear sería la propulsora de unos barcos de mercancías hipereficientes y que no contaminarían el entorno. En los años 60 barcos como el estadounidense Savannah, el alemán Otto Hahn o el japonés Mutsu intentaron convertir a la energía nuclear en la fuente de propulsión del futuro para el transporte marítimo, pero finalmente la aventura terminó en fracaso en todos los casos.

Años después del lanzamiento de las dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki que pusieron fin a la segunda guerra mundial, uno de los principales protagonistas militares del conflicto, el general Dwight D. Eisenhower, se había convertido en presidente de los Estados Unidos. El carismático mandatario quiso contrarrestar la mala imagen del poder nuclear centrado en la cada vez más preocupante carrera armamentística entre Estados Unidos y la Unión Soviética de Stalin. Con este fin pronunció el 8 de diciembre de 1953 ante la Asamblea General de la ONU el discurso Átomos para la paz en el que apostaba por desarrollar iniciativas que aprovecharan con fines pacíficos el potencial de la energía nuclear. Hubo iniciativas como el uso de la energía nuclear para generar electricidad para las familias estadounidenses, la medicina nuclear y, sí, también, la utilización de esta fuente de energía para el transporte, también el marítimo.

Fue entonces cuando comenzó la era nuclear en el transporte marítimo. Una era que podía ofrecer una autonomía casi inagotable a las embarcaciones, sin emisiones contaminantes pero con el que resultó cada vez más evidente problema de los residuos radiactivos generados por los reactores nucleares y la espada de Damocles de las consecuencias de cualquier fuga o accidente.

Sin embargo, los primeros desarrollos fueron aplicados también a la industria militar como fue el caso del primer submarino impulsado por energía nuclear, el USS Nautilus, botado en 1955. La tecnología también se aplicó con éxito a cruceros y portaaviones y aún sigue en vigor por su ventaja estratégica de autonomía casi ilimitada. La propulsión atómica también se ha mantenido como opción válida para la flota rusa de rompehielos.

La respuesta marítima civil a la propuesta atómica pacífica de Eisenhower fue el NS Savannah. Este barco, botado en 1962, estaba destinado a provocar una revolución en el transporte marítimo. Surcó los mares durante una década visitando 45 puertos internacionales además de multitud de puertos estadounidenses. Solo Australia, Nueva Zelanda y Japón le negaron la entrada descubriendo así uno de los problemas de los barcos nucleares: la necesidad de obtener autorizaciones especiales para cualquier escala dado el carácter atómico de la nave.

El Savannah tiene 182 metros de eslora y 24 de manga y todo en él era vanguardista. Desde su apariencia, más pensada para convertirlo en un barco futurista, carente de chimeneas y con amplias cubiertas, su sala de control, más propia de una película de ciencia ficción, hasta su vajilla, adornada con ilustraciones de átomos. Podía alojar hasta 60 pasajeros en 30 camarotes y contaba con una tripulación de 124 hombres, entre ellos físicos e ingenieros nucleares.

Navegó por todo el mundo sin sufrir ningún problema técnico digno de mención pero finalmente fueron los costes de explotación los que terminaron con la aventura de este carguero nuclear. Los desechos radiactivos procedentes de su reactor se convirtieron en un serio problema complicado de gestionar. Su capacidad no era lo suficientemente grande para amortizar su coste y además vivió los últimos momentos del petróleo barato pues se dio de baja en 1972, justo un año antes de que estallara la primera gran crisis del petróleo, que disparó los precios de este combustible. Los armadores no se planteaban un cambio radical en sus barcos cuando sus costes de combustible eran aceptablemente bajos.

Y sí, hemos hablado del Savannah en presente porque sigue a flote en el puerto de Baltimore. Su corazón nuclear hace tiempo que fue desmontado y ahora solo espera la decisión sobre si será preservado como una pieza de la historia marítima estadounidense o será desguazado y pasará al olvido.

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