¿Es posible acabar con los vertidos al mar?

Los lagunados dinámicos, con un proyecto ya definido en Pollença, podrían revolucionar el futuro de la gestión del agua

En Mallorca ya hay ejemplos de lagunados dinámicos a pequeña escala en agroturismos.

El vertido cero es posible y en unas Islas como las Baleares, que dependen a todos los niveles del mar, debería ser indispensable. Sin embargo, la terrible pero fácil solución de los emisarios y una deficiente gestión de la depuración de aguas hacen que sean habituales en nuestras aguas emisiones contaminantes como las que han acabado con 500 hectáreas de posidonia en la Bahía de Palma o las que obligan en ocasiones a cerrar al baño ciertas zonas de la costa de Pollença.

Existen soluciones muy válidas y que, además no exigen grandes inversiones en infraestructuras sino simplemente una buena planificación y la valentía de los gestores políticos para sacarlas adelante. En esa lucha está desde hace décadas Josep Cerdà i Mulet, director técnico de la empresa Llacunats Dinàmics y que pertenece a la Associació per a la Defensa del Port de Pollença (ASDEPP), entidad que lucha desde 2020 para frenar el deterioro progresivo de este municipio y, en especial, de la calidad de sus aguas.

Cerdà es la mente pensante que está detrás del proyecto de lagunado dinámico que se ha acordado poner en marcha con el equipo de gobierno pollencí para eliminar los vertidos contaminantes en el Port de Pollença. Cerdà explica el concepto: “El objetivo es recoger las aguas que salen de la depuradora, el tratamiento secundario, y retenerlas y mejorarlas. Se trata de embalsar el agua y con unos procesos naturales dinamizados por la energía solar ir extrayendo los nutrientes y la cadena microbiológica que pueda contener antes de que lleguen al mar ya con un tratamiento terciario o que se reaprovechen”.

Parece que Pollença se convertirá en pionera en este tipo de proyectos de depuración de aguas que pueden evitar los vertidos al mar pero ¿por qué no se aplican en otros sitios? En opinión de Josep Cerdà “Siempre falta un punto de valentía y de coraje por parte de los políticos”. Según relata, ha presentado propuestas al Ajuntament de Palma desde hace décadas que encantan a los técnicos, que lo consideran una gran solución, “pero después los políticos no dan el paso adelante”.

El procedimiento de depuración de lagunas terciarias funciona montando según define Cerdà “un gran restaurante con participantes orgánicos como las bacterias que descomponen nitrógeno o fósforo, la captación de esos productos por plantas superiores, y generar una cadena trófica específica que vaya descargando la carga orgánica de esas aguas”.

El objetivo final de ese tratamiento terciario sería evitar los vertidos al mar pues permitiría reutilizar esas aguas para el riego agrícola, que cada vez cuenta menos por desgracia, pero también para jardinería o zonas de arbolado en aparcamientos, por ejemplo. “Si hay más masa forestal, los árboles captarían más CO2 y también servirían para disminuir los índices de contaminación”, recalca Josep Cerdà.

La aberración del nuevo emisario en Son Bauló

Cerdà se rebela ante la actitud de los políticos que optan siempre por la solución fácil, como ocurre en el caso del proyecto para poner en marcha un nuevo emisario en Son Bauló, en Can Picafort: “Independientemente de quien sea el instigador de esta idea, me parece aberrante que en un sitio como Mallorca, con carencia de recursos hídricos, se pretenda evacuar de una manera muy primaria, simplemente haciendo un vertido lo más lejos posible en el mar. En el punto de vertido se producirá una alteración del medio que tendrá que asumirse durante muchísimo tiempo”.

Con los emisarios, según explica Cerdà, “se desperdicia una materia prima básica para la vida como el agua. Después de los recursos que supone captarla, potabilizarla y depurarla, la tiramos al mar creando un problema añadido y no reaprovechándola. Habría que armonizar y que la economía sea cada vez más ecológica y la ecología más económica por simple pragmatismo”.

Josep Cerdà considera que lo que falla es el concepto: “Todo el mundo pretende depurar las aguas de una manera intensiva, convencional, con depuradoras normales, pero su diseño puede quedar infradimensionado desde el día que se hace el estudio hasta que está en funcionamiento. El trabajo de las depuradoras se desborda cuando hay más carga de trabajo, normalmente en verano, y entonces aparecen las banderas rojas en las playas”.

La Unión Europea está interesada en financiar este tipo de proyectos y soluciones porque los vertidos contaminantes afectan a todo el litoral mediterráneo por la alta carga turística. De esta manera, el modelo que ahora plantea ASDEPP para Pollença puede exportarse a otras zonas. Mientras, la ineficacia campa a sus anchas y en octubre se publicaba que Baleares tenía tres meses para ejecutar 350 millones de euros de Fondos Estructurales y de Inversiones europeos 2014-2020 de la UE que probablemente acabarán por retornar a las arcas comunitarias. Según datos de la Dirección General de Política Regional y Urbana de la Comisión Europea, España en el país con peor porcentaje de tasa de absorción de estos fondos.

Los lagunados dinámicos se aplican ya en Mallorca en pequeñas instalaciones como agroturismos. El sistema se desarrolló en el sur de Francia de una manera más empírica y luego ha ido evolucionando, pero no hay un estándar porque cada sitio es diferente. En España ya hay ejemplos en Murcia y Sevilla y en otros países como Israel. En Indochina, estas aguas reutilizadas se aprovechan para usos en acuicultura.

El ejemplo de Pollença, si los políticos no se echan atrás de nuevo, probablemente será el primerio en ponerse en marcha. A partir de ese momento, podría convertirse en una referencia de futuro que podría revolucionar conceptos en la gestión de los recursos hídricos en Baleares y con el tiempo convertirse en el principio del fin de los vertidos al mar. El Govern balear anunciaba ayer mismo una inversión de 200 millones de euros solo en 2024 para el mantenimiento y modernización de las infraestructuras hídricas en las Islas. Tal vez ha llegado el momento de repensar el sistema.

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